El técnico gaditano de telefonía que se levantó de una dura caída

Publicado en Autónomos, Relatos, Trabajadores por el 10 enero, 2019 0 Comentarios

A sus 46 años ha podido reiniciar su actividad profesional como teleoperador de Orange en Jerez de la Frontera. Su nombre, Manuel Lanceta Ochoa, un gaditano residente en San Fernando, que hace algo más de dos años vio truncada su profesión como técnico de una empresa de telefonía para la que llevaba nueve años trabajando.

Aquel 20 de octubre de 2016, recuerda, estaba realizando una instalación subido a una escalera, la cual se apoyaba en el toldo de un bar. “Lo primero que sentí es que mi cuerpo se fuera, como si estuviera mareado y perdiera el equilibrio”. Pero aquella no era la causa real. La rotura de uno de los tacos antideslizantes de la escalera, de unos cuatro centímetros, provocaba que cayera de golpe, como un peso muerto. “Me puede agarrar al toldo de primeras asiéndolo con los brazos, pero después caía sobre la propia escalera, que hizo un efecto tijera, y comencé a sentir dolor agudo en la rodilla”.

Con todo, y a pesar del dolor, terminó aquella instalación ya pasadas las diez de la noche y recogió el taco para demostrar que era defectuoso. “Di aviso a la empresa. Y nada más atenderme por primera vez en la Mutua, lograron recolocarme el hueso de la rodilla y creí que la cosa ya estaba solucionada”, apunta.

Los dolores reaparecieron, esta vez en el cuello, con efectos que se extendían hasta las puntas de los dedos de la mano. Las radiografías y resonancias que le fueron realizadas pusieron de relieve que tenía afectadas varias vértebras (concretamente, entre la C-5 y C-6 y entre la C-6 y C-7)

Tras varias pruebas, hubo de ser trasladado al Hospital de Ibermutuamur en Murcia, donde se le sometió a una operación de más de siete horas, en la que le colocaron seis tornillos y tres placas entre las vértebras afectadas para liberar el nervio. “Aunque la operación me ayudó bastante, tuve que llevar collarín y me pasé nueve meses durmiendo en el sofá, ya que me era imposible acostarme”, rememora con tristeza.

Era consciente de que ya no podía realizar su actividad profesional. “Me cortaron las alas, tenía que hacer esfuerzos para que mis dos hijos (Álvaro y Adrián) no me viesen llorar e incluso tuve la idea de acabar conmigo mismo.”.

Obtuvo automáticamente la incapacidad total, algo que ni siquiera esperaba y es consciente de que ahora no puede cargar pesos superiores a tres kilos y de que debe tomar calmantes para aliviar los dolores. La llamada de Ibermutuamur explicándole la existencia de cursos de formación, financiados por la Comisión de Prestaciones Especiales, fue como si le abriesen una ventana a otra vida.

“La verdad es que no tengo más que palabras de agradecimiento por el trato que he recibido de Ibermutuamur. Realicé dos cursos online de informática (básico y avanzado) que me vinieron súper bien en mi actual ocupación, sobre todo por los programas Word y Excel. Además, me fue de gran ayuda la labor que realizó conmigo la psicóloga, que de alguna manera me salvó la vida. Evitó que me tirase por una ventana”, dice no sin cierta ironía, además de mencionar el efecto que el problema estaba teniendo en su vida familiar y en su relación de pareja con su mujer.

Esta formación le permitió atreverse a explorar de nuevo el mundo laboral. “Me apunté un viernes a una plataforma de empleo y el lunes siguiente me llamaban para hacer la entrevista. Y aunque, por reajustes de personal, no me pude incorporar hasta tres meses después, ahora trabajo en Jerez un mínimo de cinco horas como teleoperador”, continúa explicando Manuel.

Sin embargo, reconoce que trabajar con cascos, conectado a un ordenador durante varias horas, no es lo mismo que hacerlo desde casa con las comodidades que exige su actual situación. Recalca que ha tenido que acudir a trabajar en varias ocasiones con collarín.

Por otro lado, personas de su entorno le han dicho que solicite la incapacidad absoluta, ya que la afectación de una de las vértebras (la C-7) es clave para determinar la viabilidad de tal prestación en su caso.

“La verdad es que no sé aún si me compensa solicitarla. Tengo que hacer números. Además, hay que contar con el efecto psicológico de sentirme útil al ir a trabajar. Habrá que sopesarlo con calma”, concluye este hombre que ha sabido reponerse con decisión a una mala jugada del destino.

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